Como ya sabéis he
estado unos días por la tierra de la pasta,
la pizza, la birra... y los helados
uuum!! de las termas, el renacimiento y el barroco y la conducción
temeraria.
En resumen, pasé el
puente en Roma y me dieron mucho de
sí. En cuatro días que he estado he visto prácticamente todos los sitios de
interés turístico. Así que he pensado que lo mismo os viene bien una guía
sencilla, como muchas otras que podéis ver en internet, de Roma en 4 días, o 3
días y medio…
Estaréis pensando que
como es posible ver Roma en 3 días y medio… pues sí, es prácticamente imposible
porque Roma tiene millones de sitios con encanto y en tres días no te daría
tiempo de verlos todos, y menos si quieres visitar todos los museos. Pero cuando
se va con ansia de visitar, porque este año Tino (como diría Lina) y yo no
habíamos tenido vacaciones, las ganas de ver cosas hay que aplacarlas pateando,
o como se diría vulgarmente, quemando suelas.
Pero antes de nada,
lo mejor para aprovechar al máximo pocos días de visita es planificar el viaje
con antelación. Afortunadamente ahora hay muchísima información en internet. Si
me apuras, no hace falta ir a ningún sitio, que con el street view lo puedes ver todo y con gran calidad en los detalles.
Volviendo a la
planificación del viaje, nosotros nos hicimos nuestra propia guía de la ciudad,
personalizada. Hice una libreta, no tan bonita como las de Mina de la semana
pasada, pero también DIY en tamaño reducido, donde apuntamos los horarios a
tener en cuenta (vuelos, autobuses, acceso a lugares turísticos), la dirección
del hotel, qué ver, por dónde pasear, sitios para comer, tomarse una cerveza o
un helado, dónde comprar… un poco de todo. Además a mí me gusta dejar algunas
hojas en blanco al final para anécdotas del viaje o el nombre de algún sitio
para luego recomendarlo.
Y con la guía en el
bolsillo, la batería de la cámara a tope, y los zapatos más cómodos que
tenemos, comenzamos nuestro viaje.
Llegamos a Ciampino a
las 9:15h de la mañana y nos fuimos directos a la taquilla de los autobuses
para coger el primer bus que nos acercara al centro. Salía a las 9:35h así que
de la taquilla a la cola… el autobús nunca llegó, y nos tocó esperar hasta el
de las 10:00h. Daremos las gracias porque fuimos los dos últimos en entrar… si
no habríamos esperado hasta el de las 10:35h…
El viaje es cortito,
sobre todo se lo amenizas con la ilusión de los pasajeros que, como nosotros tenían
ansia de llegar a destino. En concreto un niño que se pasó los 45 minutos de
viaje diciendo Buongiorno italiani!,
y Cuándo comemos? Y a quien dedico el
título de mi post.
Por fin llegamos a
Roma, a la estación de Termini. Nuestro hotel estaba muy cerca, pero decidimos
pasar a desayunar antes, para ir cogiendo fuerza. Dos capuchinos y una palmera
para dos. En este momento nos dimos cuenta de lo caro que resulta sentarse en
un taburete de skay de los 80. Que si me hubiera sentado en un taburete del tiempo
de los romanos hasta me hubiera parecido barato, pero el de skay repegado… En
definitiva, en Roma está sobrevalorado el accomodati.
Antes de pasar por el
hotel visitamos Santa María Mayor, que nos quedaba a un paso del hotel.
Después de dejar el
equipaje en el hotel y coger un mapa de la ciudad, nos fuimos directos al Foro
Romano. Si compras la entrada combinada (Foro-Palatino-Coliseo 12€) no tienes que hacer apenas cola.
Si no es difícil enterarse
de lo que ves o simplemente hacerse una idea de dónde estás. Excepto en el
Coliseo, aquí sí que puedes oír el rugir de las fieras, griterío de las masas y
el choque de espadas!!
Por la tarde nos “perdimos”
callejeando por el Trastevere. Es un
barrio con mucho encanto puestos callejeros de artesanía y muy buen
ambientillo. Cenamos por allí en Ivo a
Trastevere y mi recomendación son los Gnocchi
ragù.
La última visita del
día fue para la loba capitolina.
Para el segundo día, Tino planificó la ruta para que el paseo
nos permitiera ver el máximo de puntos de interés y sin apenas subir una
cuesta!!
Piazza della Repubblica,
Piazza de Barberini, Trinità dei Monti, Piazza di Spagna Piazza del Popolo, Mausoleo
de Augusto…
Ni que decir tiene
que todo este paseo lo hicimos andando, (aunque seguro no fue exactamente en
ese orden), y por supuesto con los correspondientes descansos para café, pizza
o helado, o todo.
El tercer día lo
pasamos prácticamente al otro lado del río. La Ciudad del Vaticano puede ser
pequeña pero caray!! Lo que da de sí. Tiene tantísimas cosas de ver que no sé
si mis ojos fueron capaces de percatarse de todo… Pero volví a dar gracias a
las benditas audioguías!! Aquí, puedes pasarte todo el tiempo que quieras o
puedas, pero siempre será poco…
Subimos a la cúpula
de la basílica del Vaticano, madre mía que claustrofobia!! Teníamos que ir de
uno en uno, subiendo por unas estrechas escaleras y con los techos inclinados,
vamos que llegué arriba con un sofoco… Más de 550 escalones! Casi ná!
El último día, como
sólo teníamos una mañana, nos dimos un paseo por las zonas menos céntricas, y
por último fuimos a la Bocca de la Verita. Mejor el último día, porque hubiera
sido incómodo viajar con una sola mano. Sobre todo cuando en una mano iba la
pizza y en la otra la cerveza.
Aunque nuestro viaje
llegaba a su fin, las aventuras no… Teníamos comprados los tickets para ir al
aeropuerto, pero como a la ida el autobús no salió…así que deprisa y corriendo
buscamos un taxi con unos cordobeses mu salaos, y más prisinis que yo, y mira
que es difícil. Uno incluso les decía: “quitaros el reloj, el cinturón y yodo
lo que pita ya, lo metéis en el abrigo y así pasamos el control rápido!! Y pretendían
hacer eso en el taxi… o mejor dicho, en un taxi en Roma!!! Donde los semáforos se
consideran luces navideñas permanentes y la línea continua es meramente
orientativa… Pobres ilusos… Sorprendentemente llegamos a nuestro destino
Y una semana después
sigo con tal morriña de vacaciones…
Me voy a echar un
euromillón a ver si el próximo viaje lo hago sin fecha de retorno!!
Tina.