Sales a cenar con 50€ y.... ABRACADABRA!!! DESAPARECEN!!!
El otro día leí un artículo sobre los "Trucos psicológicos de los restaurantes para cobrarnos más" (enlace aquí). Y me resultó curioso, porque algunas cosas ya me las imaginaba, como no poner los precios con el símbolo del € o $ para no ser tan conscientes de que verdaderamente es el precio, o poner fotos de los "platos estrella" (aunque sabemos que en la realidad nunca serán como en la foto). Pero otras sí me sorprendieron, no es si por la técnica, sino por la percepción que nosotros hacemos sobre esos pequeños matices, que hasta entonces para mí era imperceptibles.
El otro día leí un artículo sobre los "Trucos psicológicos de los restaurantes para cobrarnos más" (enlace aquí). Y me resultó curioso, porque algunas cosas ya me las imaginaba, como no poner los precios con el símbolo del € o $ para no ser tan conscientes de que verdaderamente es el precio, o poner fotos de los "platos estrella" (aunque sabemos que en la realidad nunca serán como en la foto). Pero otras sí me sorprendieron, no es si por la técnica, sino por la percepción que nosotros hacemos sobre esos pequeños matices, que hasta entonces para mí era imperceptibles.
Uno de los trucos que más me llamó la atención fue el de poner nombre propio a los platos. Nunca me había fijado en eso, pero sí que es verdad que sí tiene tirón. (Será porque nos gusta llamar a las cosas por su nombre...) Incluso a veces olvidas el nombre del restaurante o bar y lo llamas por el nombre del plato o del pincho. nunca olvidaré los "rusitos". Era un bocadillo de filetes rusos, plato estrella de un bar cutre ubicado en el sitio correcto, la intersección de la zona de fiesta. era el paso intermedio entre los bares y las discotecas. Lástima que al final cerrara, porque las nuevas generaciones de universitarios se han perdido un clásico de la noche salmantina.
Eso me recuerda a una anécdota que me ocurrió en mi época universitaria. Antes de conocer el rusito, experimentamos en otro locales de comida rápida abiertos a deshora. En uno de ellos, no diré cual, para no fastidiar la comida a nadie, tenías que sacar el ticket de lo que querías antes de ir a la barra a pedir. Pues bien, yo, con mi hambre canina (que en realidad era más gula que otra cosa, porque nunca he sido de mucho comer en horas de fiesta) me pedí un sandwich completo. Tan contenta me puse en la cola para entregar el ticket con mi pedido al camarero. En el local tenían un mostrador como el de las charcuterías, y ahí podías ver todo el género. Las hamburguesas, los tomates cortaditos, la lechuga preparada, hasta el jamon york preparado tb en lonchas. Y en esa espera en la que salivas más que el perro de Paulov, vi como el cocinero, con la uña de su dedo meñique, más larga casi que su propio dedo, pinchaba las lonchas de jamón york y las ponía en la plancha vuelta y vuelta...
Con esa imagen en mi retina (lo veo como si fuera ayer), salí del bar, con el estómago vacío pero muy revuelto.
Hasta entonces no me había parado a pensar que las uñas largas del meñique sirvieran para algo más que quitarse los mocos repegados de las profundidades nasales... y esta imagen no me da tanto asco como la del york. Aunque mezcladas las dos imágenes... Bueno, no entro en detalles que no quería amargar la digestión a nadie.
Volviendo al tema de los trucos de los restaurantes, otra estrategia es poner en la carta platos muuuuuy caros, que comparados con el resto, te parezca que los demás son más baratos, aunque realmente no lo sean. Si lo pensáis, cuando en la carta aparece un precio muy elevado, solemos pasar de largo. Y buscamos entre el resto para deleitarnos pensando que pagamos un precio más justo. Pero después de saber esto... pues como que no me fio... Ahora me va a ser imposible no pensar que me están timando...
Pero no tenemos la batalla perdida!!! por suerte, los consumidores, también contamos con nuestros truquillos, que paso a comentaros:
- Conocer la oferta de los establecimientos de la zona. A veces merece perder unos minutos en comparar las cartas, buscando los precios más acorde con lo que nos queramos gastar.
- Usar las promociones, ofertas y cupones descuento. Podemos encotrarlos en algunas páginas de internet, o directamente te los ofrecen en la calle. Pero no olvidéis leer la letra pequeña.
- Menú VS. Carta. El menú suele ser más económico que pedir a la carta. La faena es que el día que vayas no incluyan en el menú el plato que tanto te gusta... rrrrrrggggggggg!!
En ese caso siempre puedes pedirlo para compartir. Sólo tienes que convencer al acompañamiento de que compartan ese plato contigo :)
En cualquier caso, y sabiendo los trucos de restauradores y consumidores, no debemos dejar pasar esos ratitos de cervezas con los amigos. Porque el dinero puede ser importante, pero las risas y confidencias lo son más.
Como ya os comentamos tiempo atrás, Benditos Bares!!!
Eso me recuerda a una anécdota que me ocurrió en mi época universitaria. Antes de conocer el rusito, experimentamos en otro locales de comida rápida abiertos a deshora. En uno de ellos, no diré cual, para no fastidiar la comida a nadie, tenías que sacar el ticket de lo que querías antes de ir a la barra a pedir. Pues bien, yo, con mi hambre canina (que en realidad era más gula que otra cosa, porque nunca he sido de mucho comer en horas de fiesta) me pedí un sandwich completo. Tan contenta me puse en la cola para entregar el ticket con mi pedido al camarero. En el local tenían un mostrador como el de las charcuterías, y ahí podías ver todo el género. Las hamburguesas, los tomates cortaditos, la lechuga preparada, hasta el jamon york preparado tb en lonchas. Y en esa espera en la que salivas más que el perro de Paulov, vi como el cocinero, con la uña de su dedo meñique, más larga casi que su propio dedo, pinchaba las lonchas de jamón york y las ponía en la plancha vuelta y vuelta...
Con esa imagen en mi retina (lo veo como si fuera ayer), salí del bar, con el estómago vacío pero muy revuelto.
Hasta entonces no me había parado a pensar que las uñas largas del meñique sirvieran para algo más que quitarse los mocos repegados de las profundidades nasales... y esta imagen no me da tanto asco como la del york. Aunque mezcladas las dos imágenes... Bueno, no entro en detalles que no quería amargar la digestión a nadie.
Volviendo al tema de los trucos de los restaurantes, otra estrategia es poner en la carta platos muuuuuy caros, que comparados con el resto, te parezca que los demás son más baratos, aunque realmente no lo sean. Si lo pensáis, cuando en la carta aparece un precio muy elevado, solemos pasar de largo. Y buscamos entre el resto para deleitarnos pensando que pagamos un precio más justo. Pero después de saber esto... pues como que no me fio... Ahora me va a ser imposible no pensar que me están timando...
Pero no tenemos la batalla perdida!!! por suerte, los consumidores, también contamos con nuestros truquillos, que paso a comentaros:
- Conocer la oferta de los establecimientos de la zona. A veces merece perder unos minutos en comparar las cartas, buscando los precios más acorde con lo que nos queramos gastar.
- Usar las promociones, ofertas y cupones descuento. Podemos encotrarlos en algunas páginas de internet, o directamente te los ofrecen en la calle. Pero no olvidéis leer la letra pequeña.
- Menú VS. Carta. El menú suele ser más económico que pedir a la carta. La faena es que el día que vayas no incluyan en el menú el plato que tanto te gusta... rrrrrrggggggggg!!
En ese caso siempre puedes pedirlo para compartir. Sólo tienes que convencer al acompañamiento de que compartan ese plato contigo :)
En cualquier caso, y sabiendo los trucos de restauradores y consumidores, no debemos dejar pasar esos ratitos de cervezas con los amigos. Porque el dinero puede ser importante, pero las risas y confidencias lo son más.
Como ya os comentamos tiempo atrás, Benditos Bares!!!
Tina.